Una dura realidad escrita desde la sabiduría.

Este es el comentario que, a nivel personal y relacionado con el artículo,  «La trampa de la Gran Ciudad«, y coincidiendo y ampliando mi teoría, me envió mi buen amigo y admiradísimo profesional Dr. Vicente Varea.  Reconocido científico, pero sobre todo, un gran humanista, que desde  su sabiduría innata, y su diaria experiencia en la actividad médica, es capaz de subirse a esa Azotea que le permite ver las cosas con los ojos de la razón y el corazón, y describirlas de forma cruda, profunda y brillante.  Por estas razones, pienso que su comentario, toma la categoría de «algo más elevado», y con su autorización,  procedemos a su publicación.  Gracias por esta joya. j.m.o.

Juanma:

Se nota claramente tu bondad porque identificas tu final feliz con el del protagonista, pero lamentablemente esa no es la realidad.

No tienes más que darte una vuelta por los parques o zonas ajardinadas y veras un montón de desencantados de la city, pero por otro lado, enganchados por hijos, nietos y demás agarraderos emocionales. Mírales a los ojos y notaras la mirada de la nostalgia y de la derrota. Gentes que llevan reflejados en la cara los surcos que araron en su juventud,  a los que en la actualidad se les nota entregados a un destino de desilusión sin vuelta atrás.

La bonanza pasó como un huracán por sus vidas y ahora están desnudos de futuro y vacíos de pasado. Son zombies urbanos, atrapados por una sociedad que les hizo creer que todo era jauja y ahora los deja usados y tirados.

El neón de la ciudad goza de los comportamientos de los grandes seductores: fija el objetivo, seduce con halagos, se aprovecha de su vanidad y se aleja dejando al seducido sumido en la soledad y el abandono. En la mayoría de las ocasiones, hay que ser muy entero para hacer la reflexión desde la humildad y la auto crítica que te permita regresar al lugar donde las mañanas te besan la cara de frescura, donde el sonido de los pájaros no sale de un semáforo, donde puedes llamar a las lechugas por su nombre y te puedas jugar el café del mediodía con unas cartas mugrientas pero vivas. Si las ciudades se vaciasen de desencanto, los pueblos se llenarían de alegrías nuevas.

Gracias por permitirme este vómito socio-emocional. Y si no te contesto todas las veces, no es por falta de afecto, es por falta de tiempo. Ya sabes, vivo en la ciudad.

Un abrazo

Dr. V. Varea Calderón

Jefe Sección Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica