Así será mi imperio” mostraba orgulloso un “mapamundi” en una gran pizarra Bill Gates al joven equipo directivo de la incipiente Microsoft.
Yo siempre creí en el poder del pensamiento (positivo o negativo) y sobre todo creí y recomendé la siguiente máxima: (Que oí por primera vez a J. Arthur Barker en un excelente vídeo de su distribuidor en España: Abetas)

Una visión sin acción es simplemente un sueño,
Una acción sin visión de futuro no tiene sentido,
Una visión positiva de futuro puesta en marcha, puede cambiar el mundo.

Personalmente he aplicado esta máxima en mi vida, y debo confesar que la mayoría de mis sueños se han ido cumpliendo.
El ejemplo de Bill Gates me servirá para analizar esta “máxima” en las dos versiones: la positiva, y la negativa.
La positiva sería si esta visión de futuro, tanto el sueño como las acciones a realizar, son por supuesto positivas, y además, y sobre todo, éticas.
Recientemente me he ido informando sobre algunos paradigmáticos ejemplos de personajes que tuvieron sueños de grandeza. De estos personajes, he escogido por su relevante actualidad, dos que en su juventud tuvieron estos sueños, y que sin duda eran positivos. Se trata del mencionado Bill Gates fundador de Microsoft y de Mark Zuckerberg, propietario de Facebook (lo de fundador, como veremos, siempre estuvo en entredicho)

Son muy conocidas las trayectorias de estos dos personajes. Y todos sabemos de sus sueños de juventud y que al final se hicieron realidad.

Bill Gates, ya hace un tiempo se retiró de Microsoft, al parecer, después y a causa del gran desprestigio que “consiguió” después de haber sido juzgado y considerado culpable por el “asunto” sobre el intento de monopolio de Microsoft, al intentar obligar a los usuarios de Windows a instalar el pack con el navegador Explorer integrado, (en detrimento sobre todo de Netscape, al que llevó a la ruina) so pena de no poder acceder posteriormente a nuevas versiones o actualizaciones del citado Windows.

Después de años de sonados juicios y sentencias desfavorables, parece que fueron muchos millones de dólares los que tuvo que pagar Microsoft, por esa sentencia, pero el mayor coste fue el desprestigio de B. Gates. Fue la caída de un gran mito.

Resumiendo, pues todos los “intríngulis” de la carrera de Gates, es de sobra conocida. El sueño de grandeza era muy legítimo, pero algunas de las acciones para lograrlo están llenas de sospechas sobre la ética de las mismas.

Hoy B. Gates, sigue aunque no lo parezca, con sus aires de grandeza, es lo que llamamos los psicólogos transaccionalistas su “Guión de Vida”. Sin duda entre sus objetivos está el de ser el mayor filántropo del mundo mundial, y a fe que lo ha conseguido. Nadie como él y su esposa Belinda, han aportado y aportan tanto dinero destinado a causas benéficas, (también de sobras conocidas)
Su sueño de grandeza permanece, pero sus acciones han cambiado. ¿Se trata de un lavado de conciencia? Sólo él lo sabe… o no.

M. Zuckerberg, hoy sin dudad el gran paradigma del éxito a nivel mundial, también tiene un recorrido, al menos inicial, como B. Gates. Grandes sueños y grandes logros en tiempo record, pero, ¿las acciones llevadas a cabo para conseguir este logro, están dentro de las más elementales normas éticas? Pues a la vista de su ya intensa biografía, gran parte de ella publicada con detalle y pruebas irrefutable, hay unos más que dudosos comportamientos en su recorrido. También juicios y sentencias desfavorables, y obligado a pagos de grandes cantidades de dinero.
M. Zuckerberg, sigue pues, con cierto mimetismo la carrera de B. Gates. Ahora está inmerso en la idea (¿filantrópica?) de hacer llegar de forma gratuita a la India y algún que otro país en vías de desarrollo su herramienta Facebook.

Dos historias curiosas (o no) una pareciera que ya está definida su futuro, la otra, pienso que aún queda mucho por descubrir y relatar. ¿Acabará Zuckerberg compitiendo en filantropía con B. Gates? Se admiten apuestas.

Y ya, yendo a un territorio más “normal”, pero tomando como referencia estas dos trayectorias (las he tomado como ejemplo por conocidas) pienso que nos puede servir como base para la idea que intentaré transmitir.

Mi teoría es que todos (o casi todos) tenemos sueños, y a pesar de los tiempos difíciles que vivimos, deberíamos tener sueños positivos de futuro. Sueños adaptados a nuestras posibilidades, eso sí, aceptando que para el logro de estos sueños debemos esforzarnos, trabajando mucho, estudiando mucho, escuchando mucho, siendo muy autocríticos. Sin vulnerar una escala de valores éticos. Que podamos mirar sin sonrojo a los ojos de nuestros hijos o de cualquier otra persona decente.

Los sueños y los logros de B. Gates y M. Zuckerberg, no son mejores que nuestros sueños. No es necesario estar entre los más ricos del mundo para demostrar más inteligencia, sobre todo si estos logros van dejando un reguero de tensiones, resentimientos o “cadáveres” en el camino.

Muchos ejemplos de los triunfadores de hoy en día, intentan aparentar ser personas humildes aportando como mayor ejemplo el vestir tejanos y camiseta deportiva, pero, y fácil es de comprobar, no viven con humildad. Personalmente, desde hace bastante tiempo, y confieso que me costó mucho esfuerzo, me aplico y no escondo a través de la falsa modestia, la máxima de “ser” más que “parecer”.

Si eres rico, (más que menos) y además te autoproclamas de ser humilde, prueba (si es que no lo haces) a ver si eres capaz de vivir constante y rigurosamente como “mil eurista”, entonces comprenderás lo que es realmente la humildad.
También, cierto es, que algunas personas mil euristas, carecen precisamente de humildad. De todo hay en la “viña del señor”.

Y ya, pasadas algunas décadas, y logrado subir a mi Azotea, puedo confesar y confieso que:

Yo no soy humilde,
pero vivo humildemente.

¿Una nueva forma de ser feliz?