He acabado de leer el libro de Pino Aprile, con el mismo título que he utilizado para éste artículo y me ha dado que pensar. Los libros que nos ayudan a reflexionar, a darnos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor, son de un gran valor que, por cierto, abunda poco. Además, la mayoría de los libros que se publican, de las novelas y especialmente los que acaban siendo “best sellers” no suelen contener esta maravillosa característica: son pasatiempos perfectamente útiles para eso, para pasar el tiempo.

No es el caso de la obra de Pino Aprile. Este periodista y escritor, de manera distendida y amigable, elabora una discusión interna en relación a la pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿cuál es la razón del imparable ascenso de la estupidez?

Partiendo de un criterio inicial, necesario, que el ser humano no es otra cosa que el resultado de la evolución de las especies, nada nos permite aceptar que seamos el resultado culminante de esa evolución natural. Descendemos del mono (aunque algunos aun no se lo creen y generalmente son los que se “parecen” más a él) pero no existe ninguna razón para pensar que la evolución se haya detenido y si no se ha detenido podría perfectamente ocurrir que desde otro chimpancé distinto o de un orangután se derive otra especie “humanoide”.

Por otra parte y centrándonos en nuestra especie, la cuestión es que si realmente evolucionamos ¿por qué parece que nuestra inteligencia va hacia atrás?  Sí, ya sé, el lector empezará a pensar (como lo hice yo al leer el libro) que con el desarrollo tecnológico de los últimos años es difícil aceptar que exista un retroceso de la inteligencia, pero ocurre que lo que está ocurriendo es que los más inteligentes, los más dotados, lo que hacen es copiar y mejorar un poco (o un mucho) lo que otro, ciertamente muy capacitado, desarrolló antes. Por ejemplo, está claro que en el conjunto de los astrofísicos, club que podríamos considerar como de personas con una gran capacidad intelectual, también nos podemos encontrar una campana de Gauss en la cual una mínima parte serían muy inteligentes y la mayoría no lo serian tanto (comparados con los otros dentro de ese conjunto). Einstein hubo sólo uno, los demás aprendieron de él y lo han seguido.

Ahora bien ¿existe realmente “algo” que nos haga pensar que la sociedad, la humanidad, se va atontando?  Veamos lo que ocurre con la educación. Generalmente esta pensada para transmitir conocimientos de forma mecánica y para conducir a los alumnos hacia un estricto cumplimiento de normas, procedimientos y sistemas. Veamos lo que ocurre con los medios de comunicación. Tienden a conducir el pensamiento de las poblaciones, a las que desgraciadamente van dirigidas los mensajes, hacia una forma de pensamiento único (aunque incluso pueda ser percibido como pensamientos distintos) o hacia un pasatiempo. Baste con observar la concentración de los medios de comunicación en manos de partidos políticos concretos. Baste con ver los programas televisivos aberrantes. Y si esto se refería a nuestro país, pues baste con ver lo que ocurre en otros países tan importantes como Estados Unidos de Norteamérica o China.

¿Por qué todo esto es así? ¿Acaso el poder no desea contar con una población inteligente, implicada, reflexiva…? Pues no, definitivamente no. El poder prefiere disponer de una población dócil, fácil de manejar. Por lo tanto se trata de educar para el pensamiento único y controlable, porque los más desarrollados, más capaces y más inteligentes son gente que piensa, tienen una visión crítica, se cuestionan las cosas que ocurren y hurgan en la llaga. Fijémonos, por ejemplo, en la obsesión de manipular las materias de la enseñanza de los políticos cuando están en el poder. Por otra parte, se trata también de conseguir la docilidad por el procedimiento de facilitar la subsistencia. Todos sabemos que es mejor enseñar a pescar que ofrecer un pez, pero para el poder lo que cuenta es aquello de “barriga llena, cerebro vacío”.  Y sobre esto, entre otras muchas cosas, nos hace pensar Pino Aprile.

Observemos lo que ocurre a nuestro alrededor. Cuando la gente piensa, adopta una opinión crítica y sale a manifestarlo (porque pocos medios de comunicación se hacen eco del pensamiento crítico, aunque alguno sí lo hay). Entonces el poder se encarga de apalear a los díscolos, mientras los medios afines al poder se refieren, a menudo, a esos críticos de forma despectiva tratándolos de “anti-sistema, terroristas de la calle, vagos,…”  Y bien mirado, pensará quizá el lector, si el sistema es éste, es lógico que los críticos sean “anti-sistema”, es lo mínimo que se puede esperar.

Llegados a este punto, habrá que aceptar que los dóciles son mayoría. En caso contrario ¿cómo se explica el sistemático incumplimiento de los políticos y los permanentes casos de corrupción y que sigan teniendo votos? La explicación es que la población ha sido finalmente domesticada.

Entonces Pino Aprile, va más allá. Plantea que por una cuestión de economía, el cuerpo humano tiende a desprenderse de aquellos órganos que no utiliza, del mismo modo que abandonó la cola (rabo) hace muchos siglos y añade que ocurre lo mismo con aquella parte del cerebro que no utilizamos. Es decir, con los años vamos perdiendo el uso inteligente del cerebro, nos dedicamos a copiar lo que el sistema enseña y a intentar vivir con la barriga llena (que no deja de ser una necesidad vital, ciertamente). Luego engendramos hijos, a los cuales les trasmitimos unos genes que incorporan una historia evolutiva en regresión y así la población va siendo cada vez más tonta y por lo tanto, lo que es más importante para el poder, más dócil. Bueno, bueno, quizá usted no se crea eso que cada vez estamos más atontados y quizá tenga razón, no se lo voy a discutir ya que cada uno podemos tener nuestras opiniones y además es cierto que existen muy diversos puntos de vista, pero primero lea el libro y a ver a qué conclusiones llega usted.

En el postulado final de Pino Aprile se encuentra la idea que, todo ello, supone una tendencia hacia la “desaparición total de la inteligencia”, es decir, hacia una regresión a cero. El propio texto deja en un gran interrogante si eso es demostrable o no. Yo tampoco, como se puede imaginar el lector, tengo una respuesta para ello (a lo mejor es que ya me he atontado bastante) y de hecho me resisto a imaginar ese escenario. Pero sí que me preocupa eso que intuyo: la tendencia a conseguir grupos humanos domesticados.

Finalmente cabe decir que si es verdad que tendemos hacia la pérdida de nuestra visión crítica, hacia la caída de nuestra inteligencia, una lectura fresca recomendable como la que comento, nos ayuda a reflexionar.

*Elogio del Imbécil  Pino Aprile   Edit. Temas de Hoy