Un relato de eterna actualidad. Entre el país, la familia, el trabajo y tú

La noche ha caído sobre la gran ciudad. Nadie advierte a unas sorprendentes figuras que vuelan por encima de los tejados en busca de algo que una de ellas ha perdido; son Peter Pan y Campanilla que vienen del País de la Ilusión donde el tiempo está detenido, y los niños nunca se hacen mayores.

¿Te suena este relato? ¿Acaso lo recuerdas? Sí, así empieza una versión de un cuento fantástico, se trata de Peter Pan y Wendy. Un personaje originario de un país imaginario donde los niños nunca se hacen mayores. Este  relato que puede parecer una fantasía, también se repite en nuestro mundo y en nuestro tiempo, nos referimos a unos determinados comportamientos que conocemos como “Síndrome de Wendy”.

¿Qué es el síndrome de Wendy?

El nombre está basado en el relato Peter Pan y Wendy, del novelista inglés James Matthew Barrie (1860-1937) Le llamamos síndrome porque hace referencia a una serie de determinadas conductas que hacen fácil su identificación y por consiguiente su diagnóstico. Por razones obvias de espacio, haremos un análisis resumido, espero que suficiente para comprenderlo y, si es posible evitarlo.

Seguramente te preguntarás si viene a cuento el tema que te presento. Personalmente pienso que es de vital importancia, voy a tratar un tema que nos atañe a todos; si eres padre o madre y estás en la fase educacional de tus hijos, si aún no lo eres, si ya tus hijos son mayores y “caminan solos”, o si no tienes y no piensas tener hijos también, entonces piensa en ti, que no es poco. Por supuesto, también va dirigido a toda persona que tiene algún poder o autoridad sobre otras. Estoy hablando de trabajar para estructurar un modelo de sociedad humanista y adulta que se prepare sin solución de continuidad para hacerla más solidaria y feliz. Y esto se puede y debe hacer desde la familia, las instituciones educativas, empresas, gobernantes, etc. En esta ocasión, haré hincapié en primer lugar en la familia, sin lugar a dudas donde empieza todo lo humano, después en la escuela, empresas y Organizaciones, y finalmente en los dirigentes de países, es decir, políticos y mandamases mundiales.. Como en tantas ocasiones voy a hacer uso de la metáfora.

¿Cuáles son las conductas representativas del síndrome de Wendy?

Las personas con este síndrome destacan por una conducta básicamente “Salvadora” y “Victima”. El Análisis Transaccional, lo describe con sencillez y da una explicación profunda, rigurosa y a la vez fácil para su comprensión. (Ver Las Clave el Comportamiento Humano. Amat Editorial) Una persona “Salvadora”, va más allá de la tarea de ayudar, ya que lo hace sin necesidad, sin que nadie se lo pida y con el “fin inconsciente” de compensar ciertos aspectos afectivos de su personalidad, o bien, cumplir algunos “mandatos” que interiorizó en su infancia. Establecen “relaciones simbióticas” con lo demás. Esto significa que asumen responsabilidades que les corresponden a los otros y, normalmente olvidan algunas que si les atañen. Su rol es también de “Victima” pues van escampando el mensaje de “Ves como cuido de ti”, “Ves cómo me sacrifico por ti o por vosotros”.

¿Cuál es el origen de este síndrome?

Como decíamos, existen teorías variadas, pero básicamente se origina como consecuencia de unos mandatos que la persona interiorizó en su infancia, grabándolos en el hipocampo de su cerebro, donde reside la memoria emocional, y que describimos de forma sintética como ejemplo, en estos mensajes:

  • “No crezcas, es mejor ser siempre niño. La vida de mayor es un asco, una pena, etc.”
  •  “Complace a los demás, así serás más querido/a” 
  •  “Deberíamos ser siempre niños…cuando nos hacemos mayores perdemos toda la bondad y el encanto”
  •  “Tú no estás bien pero los “otros” están peor: ¡ayúdales!”

Estas personas necesitan un constante reconocimiento, una especie de alimento psicológico.  Lo que entendemos como “Caricias”.

¿Cómo afecta este síndrome en la vida de las personas?

Generalmente, en mayor o menor medida, tienen una baja auto estima, en el fondo son bastante negativas y pesimistas, ello no ayuda a las buenas relaciones sociales y familiares.

Ejemplos:

  • La madre, no deja que su hijo o hija sea una persona autónoma, pretenden que esté junto a la madre toda la vida…. sin crecer, como eternos niños…
  • La esposa/pareja se ocupa de las cuestiones de cultura y tradición en el hogar. Mima a los hijos hasta límites insospechados: les prepara la ropa, la comida, los arrulla… como niños… aunque tengan treinta años.
  • Esposo/pareja, cuando estos hijos (finalmente) se casan o inician una vida en pareja, la “otra parte” rápidamente se da cuenta que en realidad son un “trío” pues su pareja constantemente hace alusiones (básicamente) a su madre… la comida…. la ropa… ¿te suena?
  • También en el mundo empresarial, nos encontramos algunos jefes “sufridores”, suelen abusar de ellos, dicen a todo que sí, y dedican gran cantidad de horas en el trabajo en muchas ocasiones para hacer las tareas de los demás.

¿Cómo superar el síndrome de Wendy?

En primer lugar, darse cuenta, aceptar que esta conducta lejos de ayudar a los demás, lo que consigue, o al menos lo intenta, aunque sea inconscientemente, es anular a la persona y añadir sufrimiento innecesario, y en otros casos, las  capacidades de las otras personas.

Dejar que los hijos se desarrollen autónomamente: A partir de los cinco años, a los niños ya hay que empezar a darles alguna pequeña responsabilidad: recoger los juguetes, ayudar a preparar la mesa, llevar su ropa a la lavadora… yendo ampliando su margen de actuación a medida que van cumpliendo años. Permitirles ir de “colonias”, pernoctar en casa de algún amigo o amiga, etc. y permitir, (bajo supervisión, no control) que creen su propio círculo de amistades Este modelo ayuda a los niños, ya que evitan una sobre protección limitadora del crecimiento de su personalidad, y a los padres que los ubica en la función más eficaz para el desarrollo de sus hijos que es la de “ayudar” y no “salvar”.

Nuestros hijos,
casi lo único que sí es nuestro
pero que no debemos poseerlos,
dejarlos que sean libres
que vuelen en sentido recto,
que sean felices en sus vidas
mientras los disfrutamos por dentro.

Nuestros hijos,
que bajo el cálido manto nuestro,
deberemos cuidarlos
para enseñarles a ser libres
sin llevarlos de la mano,
sólo con nuestro amor,
sólo con nuestro ejemplo,
mientras van cumpliendo años
mientras nosotros
nos vamos yendo…

Poema del libro (en trámite de edición) “Contradicciones de un Transeúnte Viajero”  J.M. Opi. 2014

Proponerse un cambio efectivo de conducta: Entre los padres y los hijos debe existir el amor y la cercanía, pero como dicen ahora los jóvenes, “que pase el aire”. Es decir, hay que estar vigilantes pero ir dejando espacio entre ambos para que los hijos escojan su propio destino y no pretender mantenerlos en el País Irreal de “Como con tus padres con nadie”.

¿Y en las Empresas, Organizaciones y Países?

En las empresas y Organizaciones, al igual que en un país, también existen los eternos niños, esos que a los empresarios y políticos sin corazón les encantan y que querrían que sus trabajadores y conciudadanos (para ellos aunque no lo digan “súbditos) nunca fuesen adultos, siempre niños sumisos, que no creciesen como personas. Puedes crecer como Ingeniero, Informático, Financiero, Mecánico, etc. Pero como persona, ¡no hijo no!!! Así siempre, como un niño, “No te preocupes, ya te diremos nosotros lo que debes hacer, lo que te interesa”, Claro, y si no te portas como yo quiero ¡castigado!, para eso están las leyes (castigos) que siempre se dictan a mi favor. Estos empresarios y políticos son verdaderos Capitanes Garfio.

Los empresarios y directivos que disfrutan teniendo a su cargo “niños sumisos”, cometen un gran error, pues desperdician el gran potencial que pueden aportar estas personas en base a la creatividad o la aportación de energía positiva al proyecto empresarial. Hay jefes y empresarios que por el hecho de serlo ya se creen superiores, y su intención es tratar a sus colaboradores como pobres niños que hay que guiarlos por la vida cual inútiles desposeídos de inteligencia. ¡Si ellos supieran!!!

Conviene recordar una vez más, que también los hay en el “campo contrario”, en cualquier lugar (Los Garfio) es decir, los que se aprovechan de las, reales o aparentes, debilidades de los demás.

También deberemos como padres, madres, compañeros de trabajo o personas con responsabilidad sobre otras personas, ayudar a las que padecen el síndrome de Wendy, no olvidemos que en muchas ocasiones, incluso sin darnos cuenta (condición humana) y muy practicada en estos tiempos de incomprensible y desnortada competitividad, abusamos de la buena fe o debilidad de los demás, y eso no está bien, nada bien…

Ser siempre niños tiene su encanto, incluso “Niños Rebeldes”, pero sólo es posible en el País de la Ilusión o del Nunca Jamás, y eso solo son cosas de Peter Pan y Campanilla, y que en una ocasión, visitó Wendy. Tú vives en otro mundo, que guste o no, es el “real”, un mundo donde ser “adultos” debería ser el objetivo, y en el que a pesar de los innumerables Capitanes Hook (Garfio) existentes, también puedes ser feliz.