Reflexiones de un escribidor, sobre algunos hábitos culturales de nuestra, ya «peculiar» sociedad.

Escribir, escribir, escribir, hablar, hablar, hablar… ¿y para qué? ¿Quien lo leerá? ¿Quien te escuchará? ¿Que efecto tendrá en la sociedad tú comunicación/discurso?

¿Merece la pena el esfuerzo?

Acabo de leer en una web de una editorial de estas de auto edición, que llevan publicados en lo que va de año (hasta noviembre) ¡más de 3000 títulos!!  Evidentemente, todos escritores nóveles (por no decir aficionados que no queda tan bien) y normalmente su primer libro.  Pienso, que   tienen todo el derecho a escribir y después publicar.  Yo nunca olvido que también fui «principiante» en esto de la escritura.  Pero los actuales aspirantes a escritores de los que ven sus libro en los escaparates, que se vayan olvidando, aquellos eran otros tiempos.  Ahora, de momento, queda Internet, donde se puede encontrar magnificas obras de aficionados  a la escritura y que merecerían mejor suerte, pero también es una pasarela para todo «trajín» de mediocridad y basura, que no  estoy muy seguro si ,en general, se sabe discernir  lo uno de lo otro.

Me comentaba recientemente el responsable de una gran editorial, (otros insignes de la edición ya lo habían hecho antes) con loable sinceridad, que lo que vende hoy, en mayor cantidad, es el texto «superficial».  Es decir, novela simple (más bien simplista) libretos (o librejos) firmados (no siempre escritos) por personajes mediáticos, sobre todo, los provenientes de programas de televisión cutres, o del mundo del famoseo, políticos, (lo del Sr. Aznar ya es el «summun»), y deportistas incluidos.

Resumiendo, si queremos divulgar ampliamente nuestra obra o pensamiento, deberíamos escribir para mentes de «encefalopatía plana», o vamos dados.  Vamos a vender menos que un botijero en la Antártida. (Conste en acta, que uno, a estas alturas, ni a otras, de la vida, ya no escribe por interés económico)
Como escritor, he llegado a la conclusión, que sí quiero vender muchos libros, (loable ilusión proclamo, ¿o no?) de los que invitan a pensar, tengo que hacerlo “pensando” en personas de mente plana, de inteligencias a ras de tierra, de lo contrario, pocos libros venderé.  Debo confesar, con mucha pena, que ya hace tiempo descubrí que hay espíritus que vuelan muy bajo.

Pereciera que en algunas cuestiones, estamos retrocediendo en el tiempo ¿No me estaré pasando?  Pues… pienso que no. Solo hay que «ver» y «oír»

Es decir, desde el mundo de los entendidos en cuestiones editoriales, acuso recibo (con pena, eso sí) de  una invitación a escribir para una sociedad, en su gran mayoría, idiotizada y con un grado de estupidez sublime. (espero que tú no te des por aludido o aludida) ¿Y eso cómo se hace?, me pregunto yo…  Por supuesto, siempre hay excepciones, dicen los científicos del tema, que solamente de un 3% a un 5% de la humanidad piensa de “verdad”, el resto copia, sigue, y se deja llevar,  aunque claro, en un momento dado, todos podemos pensar “algo”  ¿o no? pero poca cosa, vamos… el resto, incluido un buen porcentaje  de personas con un alto grado de neuroticismo (algo «tarados» para entendernos) como decía anteriormente, y ya sé que me reitero, copia, imita, sigue, o le han  “comido el coco” los “medios”, por aquello de las “tendencias”, por lo que ya no es necesario que piense, ya piensan, y yo añado, “deciden”, por el/ella… ¿Será verdad?

Dicho lo dicho, y en un ataque de humildad, yo me pregunto, ¿y si el idiota soy yo?  Voy a seguir pensando… pero, ¿Los idiotas piensan? ¿Tú que piensas?

Desde mi Azotea: el Transeúnte

Y ya ligado con esta reflexión, os aconsejo un próximo articulo de Miquel Garriga que vamos a publicar próximamente.