O… «La estupidez ilustrada»

“Y aquí, en lejanos tiempos, hubo unos edificios, en aquel entonces muy famosos, que les llamaban las Torres Petronas” y pertenecían a un país llamado… Y en otro alejado lugar,  otro peculiar edificio llamado La Sagrada Familia. Un grupo de espeleólogos conduciendo sus sofisticados aparatos, detectan algo que llevaban mucho tiempo buscando. “Sí aquí estuvo enclavada una enorme ciudad, su nombre: New York”. Otro grupo de investigadores, a través de unos sensores cuánticos, descubren en un vasto y desértico lugar de más de quinientos mil km cuadrados, antaño conocido como península Ibérica, algo curioso, uno de los investigadores se atreve a pronosticar. “Esto fue un estadio de un deporte que llamaban fútbol, sus compañeros hacen un gesto como diciendo ¿Fútbol? ¿Y eso qué es?

¿Se trata de una película? ¿Acaso de un cuento o relato futurista? Puede que sí, o puede que no. Lo más probable es, que esté adelantando acontecimientos, que relato, desde luego, con el riesgo de equivocarme. Pudieran ser, o no,  imaginaciones novelescas de este escribidor. Pero me temo que no, que no estoy haciendo excesiva ciencia ficción. Si la humanidad sigue su proceso de autodestrucción, estas citadas, solo serán unas pequeñas muestras de un ¿lejano? futuro.

El ser humano, es el único “animal”, que cuando no puede destruir su entorno, se autodestruye (él mismo, claro) ¿Y por qué este comportamiento? De forma muy resumida expondré mi opinión: El ser humano infrautiliza su cerebro “pensante”, el córtex y neocórtex, aquellos módulos que nos convierten en una especie superior y que debería diferenciarnos algo más de otras especies animales. (Leer «Yo… ¡cocodrilo!» Edit. Granica)

Y dentro de esta faceta tan especial que tiene nuestra especie ¿qué área es la que más nos falla? Pues sin duda el área “racional”, y dentro de la misma, la capacidad de proyectarnos en el futuro. Está muy bien pensar y actuar en el “aquí y ahora”, pero no debemos olvidar, que el futuro es el presente del mañana, y en ese presente nos encontraremos muchas de las cosa que hemos hecho, o no hemos hecho hoy. Y en ese futuro, encontraremos los resultados de nuestro constante aquí y ahora, pero sin duda, después, si no salió bien la cosa, siempre nos quedará el recurso del lamento, la mala suerte o la culpa fue de…

El futuro es el presente del mañana.

Así, por falta de racionalidad, no pensando y previendo las posibles causas futuras de nuestras decisiones, por la comodidad de dejarse llevar por la trampa de las emociones, se van acumulando millones de parejas fracasadas, con hijos desorientados en la vida y con una deficiente educación humanista y medioambiental (nuestra casa común).

Competimos sin despeinarnos, por una acelerada deforestación y contaminación del planeta; ríos, mares, aires y montes. Destrucción de las reservas polares, emisión de toneladas de “humos tóxicos”, etc. por no hablar de las sangrientas y estúpidas guerras por el quítame este cacho de tierra o este santo/profeta, etc. Y ya de forma más “casera”, envidias, avaricia desmedida, falta de solidaridad etc. o algo tan simple, (o no) como la de aplicar el sentido común a nuestros diarios comportamientos personales y sociales.

Y así, poco a poco y en ocasiones de forma acelerada, pero normalmente sin que nos tiemble la conciencia ni la consciencia, nos vamos autodestruyendo y destruyendo nuestro entono. Mientras, siempre nos queda lo de ir echando alguna “cana al aire”, “eso ya no me lo quitan” o “que me quiten lo bailao”, propio de mentes/especies poco desarrolladas.

Para rematar, la sociedad “moderna” puede llenar de forma falaz su “vacío existencial”, pues material no le va a faltar, ahí tenemos las religiones y los nacionalismos. Nefastos «per sé», pues siempre anteponen a la «persona», la «patria» o el «dios» de turno, siendo la causa, de la gran mayoría de guerras y odios entre las personas, pero que llenan el vacio existencial de muchas empobrecidas mentes.

Tambien tendremos siempre a mano el inseparable (porque si se abandona entra el “mono”) su ¿fiel? iPad, Facebook, Twitter, etc. siempre, eso sí, “algo” que sea, aunque de forma engañosa, “un poco más” que lo de “alguien”, amigo, vecino, etc. También la ¿ciudadanía? puede llenar su (innegable) vacío alegrando la vista con algo de “cinemanía fantástica”, TV o alternando con alguna “copilla”, porque ¡en algo hay que pasar el tiempo oiga!. Y los muy lectores, (que no es lo mismo que estudiosos) mayormente de novelas (hay quien los denomina cultos) pueden “matar” el ídem “ingiriendo” sin más, intranscendentes relatos novelescos a gogó, y así ir configurando lo que algunos “sabios” denominan “La estupidez ilustrada

¡Menuda herencia en forma de ejemplo, les vamos dejando a las generaciones futuras! ¿Son los signos de los tiempos? No, es la historia que se esfuerza en enseñarnos, y nosotros, listos que somos, sin enterarnos. De momento.