A.M.P. (Actitud Mental Positiva)

Caída de un nuevo paradigma.

La ciencia al rescate de los optimistas. ¡Menos mal!  Fue la exclamación de este irredento optimista cuando leí el resultado del estudio que hace referencia a un importante descubrimiento sobre el funcionamiento del cerebro y algunas de sus consecuencias.

Recuerdo mis primeras clases de formación como vendedor.  Uno de los aspectos en los que incidían casi todos los “maestros”, era que al salir de cada entrevista, había que hacer una severa auto-critica de todo lo que se había hecho mal para evitar repetirlo.  Y  yo, que en aquellos gloriosos tiempos me creía todo lo que me decían, pues me empeñé en realizar las más severas de las auto-críticas, vamos, que me daba unas sesiones de flagelos que ni te cuento.  Pero un buen día, en un momento de lucidez, me plantee si aquella técnica era la más adecuada en procesos de aprendizaje hacia el éxito.  Dicho y hecho, empecé a cambiar la estrategia, después de cada entrevista, tomaría nota de lo negativo, y me centraría en lo positivo, es decir, en todo aquello que había hecho bien.  Pronto me di cuenta que esta era la estrategia adecuada.  De momento sufría mucho menos, ¡Que no es poco!  Más adelante cuando ya me formaba como jefe de ventas, también me volvieron a explicar la misma teoría, si salía a vender con un vendedor, después de cada entrevista, debíamos tratar y revisar todo aquello que el vendedor había hecho mal para que no se repitiese.  (Loable y errónea intención)

Si quieres humillar y flagelar a un vendedor, o cualquier persona, recuérdale todo aquello que ha hecho mal,  es una forma genial de hundir a una persona, (¡Atención padres y profesores!) por lo que mi planteamiento con los comerciales siempre era: Revisión rápida de los fallos y centrarnos en lo que hemos hecho bien.  Si potencias lo que haces bien, dejas de hacer las cosas mal. Potenciando las buenas obras, dejas de hacer las malas.  Esta es mi teoría.  Que no es más que la concreción de aquella teoría de los “refuerzos condicionados”

Esta teoría, se puede aplicar a otros órdenes de la vida, por ejemplo la educación de los hijos, ¿Cuántos padres basan la educación de sus hijos en los malos comportamientos?  “Eso no se hace”, “Eso está muy mal”, “Te recuerdo que eso siempre lo haces mal”,  ¿Cuántas veces un padre o una madre dicen «no» a sus hijos al cabo del día?  Hay que basar la educación en el premio y no en el reproche.  Eso no significa que no haya que mencionar los aspectos negativo, y poner límites «sanos», de acuerdo, debemos señalarlos, pero rápidamente pasar a los aspectos positivos y reforzarlos constantemente.  Al final, nuestros hijos acabarán creyendo que son buenos chicos y además lo serán.

También sucede lo mismo en la dirección de las empresas o en las aulas con los alumnos. Es algo que personalmente he comprobado a lo largo de los años y que ahora viene a reforzar mi teoría (y seguro que la  de otros más) un descubrimiento científico del cuál os hago un pequeño relato. La primera noticia, la leí en el periódico El País. El resumen es el siguiente. Es el resultado de un estudio realizado en el prestigioso MIT en EEUU, donde un grupo de científicos dirigidos por Earl K. Miller, descubrieron que las células del cerebro implicadas en la memoria y el aprendizaje tienen una respuesta más atinada cuando el individuo tiene un acierto que cuando tiene un error, en cuyo caso, apenas hay cambios neuronales y por lo tanto no mejora su comportamiento.

Demostraron estos científicos en análisis en tiempo real que, cuando en el experimento con animales estos tenían un acierto, unos grupos de neuronas se activaban y ajustaban, es decir, y para entendernos, tomaban nota del éxito,  mientras que si se producía un fallo, las neuronas, seguían igual, con la misma actividad, es decir,  no “tomaban nota” del fracaso. Este estudio fue publicado por la prestigiosa revista Neuron.

Demasiadas veces centramos nuestras relaciones basadas en los aspectos negativos de las personas.  Sabemos a ciencia cierta que cambiar el comportamiento de una persona es muy difícil, y en lo “esencial”, prácticamente imposible, la sabiduría popular lo descubrió hace mucho tiempo y lo transmitió con la consabida sentencia de, “la cabra siempre tira al monte”.

La “malas personas”, siempre serán “malas personas”, pero si les vamos recordando sus comportamientos, es posible que para no sentirse debilitados en una parte importante de la esencia de su personalidad, refuercen y potencien esos comportamientos.  Entonces ¿qué hacer con esas personas?, pues “esquivarlas”, si te topas con ellas, no intentes cambiarlas, o reprocharles sus comportamiento, mejor que te cambies tú de camino.

Otra consideración a plantear es con las “buenas personas”, a veces nos cuesta reconocer los méritos y valores de los demás, lo que los psicólogos transaccionalistas llamamos “caricias”.  La forma más poderosa de potenciar relaciones positivas entre los humanos, seria reconocer los valores positivos de las personas y expresárselos con sinceridad. Debo reconocer que vivimos en un mundo escatimador de caricias, demasiadas veces basamos nuestra fortaleza enunciando las debilidades o fallos de los demás.  Recuerda, «Caricias», algo que no cuesta dinero, ni esfuerzo, hace sentirse bien a otras personas  ¡y lo bien que te quedas!!

Qué raro ¿no?, no he criticado al Gobierno…

     Si quieres que tu luz brille, ¡No apagues las de los demás!

* La Caricia, según el Análisis Transaccional es: «Una unidad de reconocimiento mediante la cual una persona reconoce la existencia y el valor de otra u otras personas». (no es necesario que la caricia sea física) Para más información sobre este tema, podéis consultar mi libro «Las Claves del Comportamiento Humano«. Amat Editorial