Los signos de la vida y los ciclos de la naturaleza II

La metáfora de la cepa de la vid y la esencia de la vida.

Como explicaba en el capitulo anterior, en mis largas caminatas a través de los viñedos del Penedés, fui espectador y observador de las distintas etapas que intervienen en la vida de estas generosas plantas.

Llegada la primavera, una pléyade de “brotes verdes” (estos de verdad y verdaderos) comenzarán a adornar los amarronados colores del ínclito y robusto tronco.

Es como la eclosión de una nueva vida.  Los troncos ocres y amarronados de toda la campiña, comienzan a cambiar para entremezclarse con el joven verde preludio de un nuevo y frondoso bien ordenado “bosque”.

Ya los brotes verdes crecieron en un proceso darwiniano y ayudados por las expertas manos de los “deshojadores” darán forma adecuada a la ya verdosa cepa.

Los sarmientos escogidos para producir los futuros racimos de brillante uva, serán mimados con cariño hasta que de sus flexibles y espigados cuerpos comiencen a pender los racimos de cuyo fruto se extraerá el brillante y burbujeante cava.

Llegará la época de la vendimia, la recolección que la cepa generosamente ofrecerá al consagrado y esforzado agricultor.

Ya la uva fue transformada en su primera fase antes de convertirse en cava previo reposo en las silenciosas cavas (bodegas) que bajo tierra, como en un profundo embarazo, permanecerá el tiempo necesario, para salir de forma solemne y con inusitada alegría a intentar repartir burbujas de felicidad.

Mi reflexión de transeúnte

¿Puede servirnos la vida de una cepa de vid, para reflexionar sobre nuestra vida y “nuestro lugar” en este mundo?

En realidad, estaría bien copiar los ciclos productivos de una cepa. Veamos:

Un tronco fuerte y robusto y con profundas raíces que nos alimentan. Representa sin duda, la esencia de la personalidad.

Las raíces son nuestros valores y nuestra formación que alimentarán y definirán nuestra personalidad.

Si las raíces y el tronco son fuertes y sanos, podremos desarrollar buenos sarmientos, y por ende, buenos frutos, tanto profesionales como personales.

La cepa, no es rutinaria, aunque lo pueda parecer. Cuando acaba una cosecha, es podada, se desprende de lo inútil, de lo innecesario, y se prepara para una nueva etapa de su vida.

Si no fuese podada y dado paso a nuevos sarmientos, estos acabarían succionando las energías de los nuevos, debilitándolos,  necrosándolos y generando cada vez  peores frutos.

Y ¿cuál es el mensaje?  Debemos abandonar las rutinas, desprendernos de lo innecesario, aquello que ayer fue una idea, un producto un conocimiento, incluso una persona, hoy puede que ya no sea necesario, más bien al contrario.

Tenemos que aprender a desaprender”.

No a la rutina, la riqueza de la vida la proporciona el cambio, siempre que este se realice con inteligencia y sin hacerlo a costa de alguien. Nuevos objetivos y nuevas ideas, son necesarios. Flexibilidad para acometer y abrir nuevos caminos, y para ello, hay que saber podar y abandonar aquello que ya no es útil.  Y no me estoy refiriendo a temas meramente económicos. Producir bienes, también es compartir, ayudar, solidarizarse con causas éticas y ayudar a crear un mundo más justo y feliz.

Sí, podemos aprender de los ciclos de la naturaleza y eliminar el estrés de nuestras vidas.  A cada cosa su valor y su tiempo, y hay que dedicar tiempo para acumular “proteínas”. A veces conviene pasar algún invierno de retiro para acumular energías y conocimiento, no es necesario estar cada día en el “candelero”  dándole a la tecla del iPad, iPhone, Twitter, Facebook, etc. Probad, veréis como el mundo no se hunde, y vosotros después emergeréis con más fuerza. Internet, es una realidad, pero tambien lleva aparejado sus peligros, el “mundo real” es algo más que “eso” …piénsalo.

Debemos saber aislarnos como las cepas en invierno, para emerger con más fuerza, creatividad e ilusión.

Preguntas para crecer

Relacionadas con:

  • El Tronco/raíces: ¿Cuáles son mis valores y mi fortaleza mental para hacer aportaciones para el logro de un mundo mejor?
  • Sarmiento: ¿Soy flexible como un sarmiento para ser “productor de bienes”?   ¿Aceptaré que no siempre tengo  la razón ni estoy en posesión de la verdad sobre ningún aspecto de la vida?  ¿Tendré la grandeza de corazón y la sabiduría para aceptar que un día deberé retirarme humildemente y dejar paso a otros?
  • La buena cosecha: ¿Qué he aportado de positivo a la sociedad?  ¿He sido una persona honesta?  ¿Prediqué con el ejemplo?  ¿Traicione, mis principios y valores?  ¿Abusé, engañe o traicioné a algún amigo?  La buena cosecha, será el resultado de mis actos positivos durante la vida.
  • La mala cosecha.  No olvidemos, que como tantos otros árboles y plantas, también los hay “bordes”, ya sabéis, aquellos que aparentemente son capaces de dar buenos frutos, pero que en realidad van envenenando todo aquello que tocan y a todo aquel que confía en ellos… a las personas «normales» hay que ayudarles, pero los “bordes”  nunca (o casi) se regeneran, los psicologos lo sabemos bien, la sabiduría popular tambien; “la cabra siempre tira al monte”.  Solo hay que librase de ellos… esquivadlos y seguid la buena senda. Ellos o ellas, ya tendrán lo que se merecen; la soledad, y tú también; el de ser más feliz.

           ¿Dedico tiempo a escuchar los mensajes que nos da diariamente la naturaleza?