De buenas y malas cosechas. Metáfora de paja y grano.

Son las implacables leyes de la naturaleza. Tan diferentes aparentemente y tan parecidas en la realidad.

Para que no se diga que no voy con los tiempos. Ahora es tiempo de siega, trigo, cebada, ordio, etc.

El grano en el granero y la paja por el campo. Da pena ver la paja, antaño altanero sostén de las doradas espigas, triturada y machacada.  Una parte será “empacada”, me recuerdan esos rectangulares fardos a ataúdes, y más modernamente enrrollada  en enormes fardos muy similares a los del «papel higiénico»,  el resto, quedará esparcida y tirada por el campo para convertirse en dudoso abono proveedor de futuras cosechas.

El grano en el “granero”, pasará a formar parte de un proceso de industrialización y acabará, en el mejor de los casos, en alimentos varios en forma de pan, pasteles, piensos etc.

¡Igualito, igualito! Estimado lector, acabo de describir tú vida. (y la mía)

Fruto de una “semillita introducida en un óvulo terráqueo”, un tiempo después nacerá una nueva vida. Si la semilla y el óvulo terráqueo están “sanos”, nacerá un vástago con enormes potencialidades. Después, su vida y desarrollo, dependerá de lo que se haga con ese vástago. ¿Cómo será tratado?  ¿Tendrá riego y abono suficiente en el momento necesario y de la adecuada calidad? Porque aunque parezca mentira, también en la agricultura, como en la vida de los humanos, la cosecha depende del cariño y la atención del agricultor de turno. (Madre y Padre)

Mucho riego ahoga, exceso de abono mata.Todo pues en su justa medida,
esa es la gran dificultad.

Y ya llega el tiempo que aquel minúsculo brote (en este caso, sí verde) se hace adulto, y su espiga, básicamente como resultado de como fue tratada por su entorno, puede ser exuberante y de brillantes y ricos  granos, o bien todo lo contrario.

Después de la siega, llegará el gran cambio; de ser una espiga más o menos brillante, entraremos en el circuito de la productividad.  Alguien cercenará nuestro hasta entonces modelo de vida, y a partir de ahí, toca vivir en la dicotomía de la vida; una parte paja, y otra grano.  Por suerte, a diferencia de los cereales, el ser humano puede decidir en gran medida el destino de la paja y el grano.

El grano, es lo esencial de nuestra vida, y mientras vivamos decidiremos que hacer con él, si dejarnos llevar por los mercaderes de lo inmoral, o lucharemos por ser útiles a pesar de las dificultades, pero también de las inmensas posibilidades que nos ofrece nuestra injusta sociedad. Todo, antes del inevitable final que es ley, hasta ahora, inevitable de vida.

Pero como tantas veces he dicho y escrito, nunca nos vamos “del todo”.  Siempre dejamos algo, aunque solo sea el hueco para alguien o «algo».

Siempre dejamos algún legado, puede ser positivo o negativo, sobre todo relacionado con lo que hemos aportado a la sociedad. Primero a nuestros descendientes, hijos y nietos, si los hubiere, pero también a la sociedad en general.

A veces deberíamos preguntarnos que está siendo de aquelladorada espiga y sus inmensas posibilidades. Qué estoy haciendo con aquellos granos de cereal  ¿A quién están sirviendo y para qué?, es decir, qué están haciendo por los demás. ¿Acaso están ayudando a lograr un mundo más justo y feliz? ¿Sirve para reducir no solo el hambre física, sino también el «hambre» psicológica o  de justicia y paz?

La mayoría de personas no suelen hacerse estas preguntas, y ¿por qué?  Yo respondo: “porque” tienen miedo a la respuesta”, y entonces se recurre al tan consabido “mecanismo de defensa”:  Los otros son los malos, los que no saben, no hacen, etc. etc.

Y mientras, desde mi Azotea, sigo observando el campo recién segado, y me pregunto con cierta melancolía ¿Cómo se describirá algún, espero, lejano día la historia de aquella espiga que nació y creció en la ribera del Alcanadre a orillas de los Monegros? De momento, trabajo para dar una positiva respuesta, y además de pensar, hago cosas…

¿Y tú, que piensas? Y sobre todo ¿Qué haces por…?