¿Por qué las personas “somos como somos”? ¿Por qué confundimos la disciplina orientada a la eficiencia y eficacia como una pérdida de libertad?
La disciplina no es mala “per sé”, y no conviene confundir la “disciplina”, con la “uniformidad alienante”, por ejemplo, en muchos casos, la militar o en las dictaduras.
La gente, sobre todo en España, (al contrario que en Alemania, país que conozco bastante bien como se organiza profesionalmente) no suele aceptar de buen grado la disciplina (así nos va)
En general, he podido observar y constatar en mis años de consultoría (ahora coaching) que la mayoría de mis conciudadanos/as se queja y no acepta de buen grado la disciplina, salvo que sea “auto impuesta” por la misma persona. A veces, es cuestión de pura semántica, por eso convendría determinar que cuando nos referimos a disciplina, no lo confundamos con “uniformidad alienante”. Nos referimos, en el terreno personal y también profesional, a marcarse objetivos, darles prioridades, planificar las tareas en el tiempo y hacer un seguimiento ordenado, según el plan establecido, cumpliendo las normas imperantes en el entorno de cada cuál. Sin perdidas inútiles de tiempo, por lo tanto de vida. Puro sentido común…
En las cadenas de montaje, la gente es disciplinada, (¡que remedio oiga!) en las oficinas y despachos “rígidos”, se siguen los protocolos sin “rechistar” (salvo excepciones)
La gente “encorsetada” funciona bien dentro de las normas de ese obligado “corsé”. ¿Por qué? ¿Por responsabilidad o profesionalidad? ¿Conciencia del deber? Podríamos estimar que un 20% es por algunas de estas cuestiones mencionadas. Pero ¿y el 80% restante? Pues pensamos que por miedo. Miedo, ¿a qué? Buena pregunta. Posible respuesta. Veamos; cada persona es un ser único e irrepetible, por este motivo, las razones de “tipos de miedo”, serán en cada caso diferentes.
No obstante, y dado que sería una ingente labor que requeriría un gran espacio para su correcta explicación, (aunque prometo ir publicando más cuestiones sobre “los miedos”) nos limitaremos, con el riesgo que ello supone, a la cuestión más básica, la que en gran medida podría afectar a un número mayor de personas. Nos referimos a la esencia que en general afecta al ser humano; “miedo a si mismos”. Un reconocimiento a su propia debilidad. ¿Suena raro verdad?
En mis trabajos como analizador del comportamiento humano, he podido comprobar, como muchas personas, piensan que la indisciplina les hace más libres. “Yo hago lo que quiero, a mí nadie me manda”, (en plan chulesco seria, ¡a mi nadie me tose!) es una de las grandes ilusiones de gran parte de la humanidad. Pero ese momento solo suele llegar, cuando se está al final de la Pirámide de Maslow, (o en una buena e inteligente jubilación) ¿Quién llega hasta “ese” estadio?
En general, las personas, cuando son “disciplinadas por la empresa”, la suelen aceptar, pero cuando ésta obligación, impelida por el miedo, se puede evitar, la mayoría de personas, jefes y directivos incluidos, rechazan, incluso violentamente cualquier atisbo de disciplina, aunque ésta, les iría muy bien a su proyecto (caso que lo tengan) de vida personal y profesional. De esto de la falta de disciplina profesional, sabe y ha escrito mucho y bien, mi gran y admirado amigo, consultor y escritor Jesús Mondría, con el que compartí un tiempo el proyecto Time Líder, donde aprendí y descubrimos muchas cosas sobre esto de la disciplina profesional. Aprovecho para recomendar su excelente obra literaria
Según la ley de Pareto, ¿en qué grupo estás, en el 20% o el 80%? Piensa, piensa…
En general, rechazamos la autodisciplina, nos gusta actuar por impulsos, (al cerebro ya le va bien) “según me vienen las cosas a la cabeza”. Te has preguntado alguna vez ¿por qué, y si esa forma de actuar te beneficia en algo? Piensa, piensa… Y mientras, confundimos el término con la «esencia», así nos va…
Seguiremos escribiendo desde la Azotea sobre este tema.
La falta de autodisciplina te hace esclavo de tus instintos y tus debilidades ¿no crees?
Como animales sociales debemos respetar unas reglas de convivencia, llámese disciplina, organización, respeto….
Sí Luis, perfecto tu «añadido». La falta de disciplina, quita valor a lo que hacemos, ya que tiene que ver con el «bien hacer» de forma inteligente y honesta.
Comparto absolutamente la reflexión. En algunas áreas funcionales (como las Operaciones) las empresas (especialmente las de un cierto tamaño) lo tienen muy claro. La estandarización de procesos es la disciplina bien entendida. Buscamos la mejor manera de trabajar, la formalizamos, la compartimos y la respetamos. Cuendo encontramos mejoras, las aplicamos y volvemos a formalizar, compartir y respetar. Sólo así se puede ser competitivo a largo plazo en un mundo global. Otras áreas (p.e. Comercial) tienden a pensar que el éxito de una operación se basa más en la creatividad o el arte y les cuesta muchiiiiiiisimo respetar los procedimientos. Bueno, al menos esta es mi visión personal del tema.
Gracias Xavier por tu aportación, que viniendo de una persona que conoce muy bien el mundo de las organizaciones, tiene un gran valor.
Hola Sr. Opi,
Cuanto tiempo? Da gusto poder leerle en este blog. Me estaba poniendo al día en un rato libre que tengo entre vuelo y vuelo y he encontrado esta reflexión que me ha parecido muy interesante.
Pero tengo una duda al respecto, hasta que punto es más importante la autodisciplina, la estandarización de los procesos, el control de la situación, las planificaciones en frente de esta libertad, de añadir un punto de improvisación a las decisiones, elegir creatividad antes del control?
Al final tanta disciplina y control no nos vuelve algo monótonos? No nos iguala a todos? Evidentemente creo que se necesita esa disciplina pero también es necesario dejar un margen a la improvisación.
Bueno espero que todo bien y a ver si puedo ir aportando comentarios en su blog.
Saludo.
Joaquin
Hola Sr. Cheto
Un placer saber de ti. Eso de currar entre vuelo y vuelo, me ha retrotraido a mis tiempos de «ejecutivo yuppi».
Estoy totalmente de acuerdo con tu comentario, sería aquello de «todos los masas pican», es decir, el control y la discipliona, como tantas cosas llevada al extremo, son negativas, y evidentemente pueden castrar las buenas, e incluso grandes ideas.
Pero yo pienso, que tener una mínima disciplina y establecer un «justo» control en nuestra vida personal y profesional, ayudan a muchas cosas e incluso a la creatividad y la «buena vida».
La idea que tienen algunos del sabio desordenado y despistado, es más propia de un modelo romantico y divertido que de la realidad. Como tantas cosas en la vida, todo en su justa medida (aquello del sentido común) es lo que ayuda a lograr el éxito y la felicidad en la vida.
Gracias y un fuerte abrazo
Juanma