Este es el currículo, sin demasiadas pretensiones, de un «agricultor en excedencia», que vivió muchos años con la espalda doblada, la mirada en el surco de la tierra, y a la vez azotado por el implacable cierzo, y… ¡esto marca!
Hoy, ya algunos lustros transcurridos, sigo siendo un irredento insatisfecho, y decido seguir con mi humilde pero firme propósito de no dedicarme a la vida contemplativa o la fácil crítica desde un cómodo sillón. Pretendo, con la ilusión de un jovenzuelo, ya con la espalda recta, con la mirada clavada en el soleado o estrellado cielo, y las ideas claras, decir y hacer algo con «sentido común», por y para una sociedad más justa y feliz.
Cuentan… que el niño nació. Era octubre, en tiempos de la post-guerra. Cuentan que el niño a los nueve meses ya caminó. Cuentan que sus pasos eran firmes en aquella calle de áspera tierra, de desiguales regazos y algunos cantos rodados. Cuentan que era un niño tímido, humilde y listo a la vez. Cuentan que fue un niño muy atrevido con los libros, pues leía todo lo que encontraba en el camino, ya que a la escuela, solo pudo asistir hasta los once años. Cuentan que fue un niño deseado, pues hacían falta más manos para cultivar los olivos, para arar nuevos campos…
Cuando di mis primeros pasos
en la calle sin asfalto,
levante grandes sonrisas
pero yo seguía andando.
Cuando hice mi primera suma
y pernocté en pleno campo,
levanté la admiración
por haber aprendido tanto.
Cuando de la clase era el primero
sin siquiera yo quererlo,
disfrutaba con el saber
y comprendiendo lo complejo.
Cuando andaba por los caminos
como un pobre sin complejos,
me dedicaba a soñar
en conquistar grandes retos.
Cuando el sueño no se cumple
y te cobija la pobreza,
mientras sigues caminando
todavía te queda la ilusión
de poder seguir soñando.
Cuando en la adolescencia compleja
parece más fácil soñar,
la vida te pone en tu sitio
cambiándote de lugar,
y ya no hay espacio en el mundo
que te permitan volar.
Cuando por fin ya despiertas
en algún incierto lugar,
ya pasaron muchas décadas
para poder volver atrás,
y no existe el resentimiento
si algo falló, la culpa es por igual.
Cuando me pongo a recordar
y vuelvo la vista atrás,
mejor recordar lo bueno
aparcando el malestar
pues no conduce a nada
de tus actos renegar.
Cuando los surcos adornan tu rostro
y puedes dedicarte a pensar,
te preguntas ¿qué fue de aquel niño
que tan temprano caminó?
¿habrá cumplido sus sueños?
¿habrá conseguido llegar?
reflexiones muy serenas
de nostalgia llenas están
llegando a la conclusión,
que sí valió la pena andar.
Hasta aqui mi recorrido, pero voy a seguir caminando, y espero poder recalar, en un mejor lugar, para eso voy a seguir trabajando con firmeza y humildad, y espero me acompañéis y lo podamos disfrutar.
Reflexión vital de un «Transeunte Viajero» que pretende vivir y observar el mundo desde la «Azotea»
Villanueva de Sigena –Huesca – España
Residencia actual: Barcelona y L’Arboç – Tarragona
Diplomado en Marketing y Dirección de Empresas.
Diplomado en Psicología Clínica, Psicometría y Psicoterapia. (Centro Internacional de Psicología) Master en Análisis Transaccional, especialidad Clínica (Estrés) y Organizacional.
Certificado en Psiquiatría Integral y Ortomolecular.
Columnista colaborador en diversas revistas técnicas y periódicos, en las distintas áreas de la economía, psicología y RR.HH, entre otras.
Miembro del Consejo Asesor del Instituto de Estudios Sijenenses Miguel Servet.
Ha participado como ponente en Congresos nacionales e internacionales y como experto invitado en diferentes medios de comunicación.
Experiencia como empresario, Director Comercial y de Formación. Experiencia en la implantación de la Calidad Total y en la formación de directivos y comerciales en distintos sectores y como consultor y coach en desarrollo de la dirección de organizaciones públicas y privadas.
Autor de los libros: