Viviendo en la paradoja

Estamos viviendo en un sistema caótico dentro de un orden establecido. Es el orden dentro del caos, o el caos, dentro del orden. Y ¿dónde está el caos y dónde el orden?

Tratemos de explicarlo. Pues tanto el caos como el orden, están en cada uno de nosotros.

Mi teoría se basa en la exhaustiva observación. Esta observación parte de mis propios comportamientos, yendo ampliándolos en una especie de círculos, al igual que el que se produce cuando tiramos una piedra en un estanque de agua. Se genera una especie de fractales que responden al mismo patrón.

La sociedad se estructura partiendo del individuo unipersonal, y se va ampliando en círculos; familia, amigos, compañeros de trabajo, asociaciones diversas, ciudades. regiones/estados, países, etc.

Cada persona tiene o se maneja, dentro de varias de estas ondas, como si hubiésemos tirado varias piedras al agua. Tiene a derecha, izquierda, delante y detrás, un círculo para la familia, otro para los amigos, para el trabajo, las relaciones de pareja, etc. Y la forma de actuar está definida por los límites de estas ondas. Estos límites pueden ser de orden psicológico, moral, social, etc. impuestos por: creencias, autoridades, modas, imitación, etc. o libremente escogido. Aunque en la mayoría de las personas, estos límites son para ellas de origen desconocido, incluso creen que para ellos no existen. Personalmente, creo que todos tenemos en mayor o menor medida límites, (al margen de los que im-ponen las Leyes) otra cosas es, que sean «sanos», es decir, que permitan a la persona seguir desarrollándose como ser humano en libertad.

En estos tiempos que nos ha tocado vivir, el caos es más patente y posible, básicamente debido a las nuevas tecnologías de la información, y sobre todo, a las redes sociales menos especializadas
Vayamos con las “redes”. Cada persona es muy libre de “plantar” lo que quiera en una red; Facebook, Twitter, Instagram, etc. o en plasmar comentarios como lectores en revistas y periódicos (la cosa no tiene desperdicio) generándose un verdadero caos.  Hasta los más tontos discuten las teorías de Einstein, (solo hay que darse una vuelta con calma por esos “parajes”) Evidentemente, lo de argumentar de forma racional, es toda una rareza. Sin duda, un verdadero caos, ahí se mezcla todo. El resultado como ya publiqué en su día, (ver “La Facebook Depresión”) es lamentable para la salud mental de muchas personas y de gran parte de la sociedad. Hasta aquí el caos, explicado muy sucintamente.

¿Y dónde está el orden? Pues en los propios sistemas, y por ende, en el uso que de ellos nos vemos obligados a hacer: Twitter es Twitter, 140 caracteres, dan para lo que dan, y si quieres extenderte, ¡a “linquear”! pero todo dentro de un orden, nada de Power Point, por ejemplo. Además cada noticia/comentario te lo van a pisar mil veces por minuto, es lo que hay, o lo tomas o lo dejas.

De Facebook, tres cuartos de lo mismo, desde luego, salvo honrosas excepciones, que haberlas haylas, es donde se observa y se representa lo más genuino de nuestra sociedad. Ahí tiene cabida desde lo más sencillo y noble, hasta lo más perverso y cutre, pero sucede como en Twitter, en cuestión de minutos tu “obra” se va a pique, eso sí, muchas personas entran en una espiral de apasionantes publicaciones, que al menos les sirve para entretenerse, y en muchos casos, para ir llenando su vacío existencial.

Todo este frenesí que desatan las redes, hace que observemos una sociedad verdaderamente convulsa, donde conviven de forma «convulsivamente ordenados» el caos y el orden.

Cuando analizamos desde un punto de vista psicológico, las intervenciones que se producen, observamos a una sociedad, evidentemente no toda, donde se da en gran medida la Ley de Pareto, el 80% de la sociedad está formada por personas convulsas y un 20% por personas básicamente armónicas. Seguramente he sido optimista en exceso.

En este maremágnum social que estamos viviendo, estas ondas de las que comentaba, se van extendiendo a círculos que conviven con el poder. Por ejemplo en las empresas, donde en la mayoría de ellas (a pesar de su aparente obsesión en diferenciarse) siguen en cada sector de la industria y servicios, modelos y patrones muy similares. Hay personas que se sorprenden cuando expongo esta teoría de que no existe gran diferencia a la hora de dirigir una gran empresa del sector financiero, textil, informática, etc.  Normalmente, para apoyar mi teoría suelo poner muchos ejemplos, pues aquí de nuevo aparece Pareto, el 80% de habilidades para dirigir con éxito una empresa, reside en la capacidad de dirigir personas, y el 20% en aspectos técnicos propios del sector.

No debería extrañarnos, pues todas ellas, las empresas, están dirigidas por personas, las cuales viven y se desenvuelven dentro de estos círculos, logicamente compuestos, como «elementos» más importantes por personas. Hago esta afirmación después de toda una vida dedicada a dirigir, asesorar y estudiar empresas de los más variados sectores.

Si nuestras ondas las trasladamos al mundo de la política, los patrones son los mismos, tanto en el ámbito local, regional, nacional o supranacional (CEE, OCDE, etc.) Este ámbito requeriría de un monográfico.

Hay  estudios, donde se demuestra que los gatos (y otros animales domésticos de compañía) cada día tienen el cerebro más pequeño (menos masa cerebral) debido a que tienen una vida muy placentera, no tiene que «cazar» sus alimentos, resguardarse del frio, la lluvia, depredadores, etc. Lo tienen todo muy ordenado, previsible y dentro de unos límites controlados.

A los seres humanos nos sucede lo mismo, grandes áreas de nuestro cerebro, se están desconectando y quedando inservibles, prácticamente todo está organizado, la necesidad del pensamiento creativo, está ejercida, según los expertos, por un tres por ciento de nuestra sociedad, el resto seguimos consignas, copiamos, o simplemente nos aprendemos los manuales o tutoriales de turno, y el resto va por impulsos. Y en última instancia, ya nos enseñan los políticos aquello de, “y tú más”,  lo ponemos en práctica, y nos quedamos tan panchos. (El treclado y las tertulias lo aguantan todo)

¿Qué futuro le espera a una sociedad, donde el cerebro pensante del ser humano se va infrautilizando a pasos agigantados? pues, posiblemente, debido a la tan cacareada y cierta “plasticidad”, nos iremos adaptando a lo que sigilosamente nos proponen las fuerzas económicas que rigen nuestras vidas, y tan felices, la cuestión es no pensar, el cerebro, no está para esos esfuerzos. No dedicamos tiempo al discernimiento basado en la aplicación del “sentido común” en busca de la armonía personal y social, todo queda supeditado a la «competitividad» y al «tú más», es decir, «tú menos que yo», para eso se inventó la descalificación y el insulto. ¿Te suena?

Debemos atrevernos a soñar y ampliar nuestros propios límites, siendo la autocrítica la que nos puede llevar al éxito. Sin autocrítica no hay progreso social ni personal. Personalmente estoy en ello, por supuesto sin hacer como los egipcios, aquello de «rasgarse la vestiduras y tirarse cenizas por encima».

Tenemos que potenciar los valores éticos, y aprender a pensar libre y felizmente.