Ampliando el pensamiento. Cosas de la vida antes del Coronavirus.

Esto es nuevo ¡No voy a hablar del Covid-19! Porque también había, y hay vida después del virus.

Sucedió en una tertulia. Era un luminoso y colorido día de una “especial” primavera. Allí, en el Sabet, con vistas a la montaña y sin noticias del Covid-19.

Tema del día, (para variar) los políticos, los bancos y sus corruptelas.  La tertulia estaba la mar de animada, a mí, como ya muchos saben, este tema me tiene saturado. Entonces ¿por qué voy a contar algo relacionado con una tertulia del politiqueo? pues porque en dicha tertulia, sucedió algo muy interesante, algo diferente, algo que, aunque solo sea para romper esquemas, quiero compartir.  Pienso que no tiene desperdicio.

Como decía, la tertulia estaba animada, un grupo de seis personas, buen nivel cultural y capacidad intelectual elevada.

En un momento en que la tertulia se quedó en uno de esos pocos silencios, una de las contertulias, mujer culta y que yo considero muy inteligente, aprovechó para a modo de carraspeó “!Ejeeemmm…” tomar la palabra. Como hacía tiempo que no intervenía en la conversación, todos quedamos expectantes mirándola, y finalmente con voz serena y profunda habló;

“A mi quien más daño me ha hecho en esta vida, no era político ni banquero”

¡Ahí queda eso! Sorpresa, seguida del consiguiente silencio.
Era un grupo, que como he comentado, su “nivel”, no era precisamente bajo, estaba compuesto por personas cuyos espíritus no suelen “volar bajo”. Por esta razón, se produjo el silencio y no saltaron todos a “degüello”, estaban (cosa extraña en nuestros tiempos)… ¡pensando!

Con otro carraspeo y levantando la mano a modo de solicitar turno, otro contertulio espetó:

“A mí, tampoco ha sido un político quien más mal me ha hecho en mi vida.”

Y ahí se planteó un nuevo silencio, en esta ocasión, según intuí, ya con algo menos de sorpresa.

Fueron unas afirmaciones que nos permitieron iniciar un debate de un cierto elevado nivel socio/psico/filosófico/intelectual, vamos, de los que a servidor le entusiasman, porque en ellos, suelo aprender “un montón”.

Describir todo lo interesante que se planteó y analizó en la mencionada tertulia, escapa al espacio lógico que permite este blog, pero si describiré algunas, no todas, las conclusiones sobre los políticos, eso sí; sin olvidarnos de nos.  A saber:

  1. Que a los políticos los elegimos “nosotros”. ¿O no?
  2. Que, a los políticos, se les paga para que se equivoquen “poco”.
  3. Que, lo malo de los errores de los políticos,  es que afectan a muchas personas.
  4. Que, no es que los políticos sean más “malos” que otras personas, sino que como sus decisiones erróneas y malas prácticas, afectan a más personas, la pena/castigo por sus errores deberían ser proporcionales al número de personas afectadas. (Esto es nuevo ¿verdad?)
  5. Que ya que nunca podremos establecer como proclamaban los filósofos sofistas el “gobierno de los sabios”, que todos los políticos deberían pasar un filtro mínimo por un “decentómetro”. ¿Cuántos aprobarían?
  6. Que a los políticos entre otras materias, deberían exigirse formación en filosofía y psicología humanista.
  7. Pero que a los políticos los elegimos nosotros. (Repito y Remato)

Como resumen diré, que todos los integrantes del grupo, acabaron (servidor incluido) conviniendo que, a pesar de lo expuesto, quien más daño les había infligido en su vida no habían sido los políticos. ¡Cachis!!

Conviene aclarar que, en ningún momento, tal como se ha expresado en la anterior lista, se trató, ni personalmente lo estoy haciendo, de exculpar a la mayoría de los políticos de sus errores, mediocridad y miserias.

Y para terminar de “adobar” con un cierto tono de humor este resumen, citaré algunos comentarios expuestos al final de la agradable e ilustradora tertulia, así como una reflexión final.

Dos ilustrativas confesiones:

  • “A mí, me traicionó y me engaño un novio, y para más inri ¡es político! (Pero no con cuestiones políticas, aclaró)
  • “A mí, mi pareja, me mentía y me engañaba, ¡con el mosén de la parroquia”! (Amén)

No faltó el caso de la decepción familiar o de amistades que resultaron traicioneras, pero las más generalizadas sin duda, fueron las que se relacionaban con “traiciones y desengaños amorosos”. ¡Y los políticos, pasaron a un segundo plano! Curioso ¿no?

Aún me resta, (por hoy) explicar el tema del autoengaño, el que solemos infligirnos nosotr@s solit@s como resultado de no ser capaces de pensar por nosotr@s mism@s (en Catalunya sabemos mucho de eso, también queda pendiente de tratar) aunque casi todos tendemos a considerarnos más inteligentes, guap@s y guays que los “otros” (Síndrome de Dunning–Kruger)

Como te puedes imaginar, los protagonistas de estos casos, no lo comentaron como algo gracioso que les había sucedido, pero a veces, tal como hicieron mis contertulios, deberíamos tener la fuerza suficiente y estar por encima de las muchas miserias que se nos presentan en la vida, y aprender a abrirnos al mundo, mirar hacia nuestros “adentros” y a la vez hacia adelante desde la razón y el corazón, con sinceridad autocrítica y sin complejos, pues una vez más, conviene recordar, que “todos” humanos somos, y deberíamos hacernos en mayor medida, responsables de los resultados de nuestras propias vidas, dejando de culpar siempre a los otros, incluso en los casos más traicioneros, no consintiendo que la razón sea sustituida por la emoción, tan placentera y a la vez tan traicionera si no se sabe gestionar adecuadamente.

Con la mente abierta, siempre podemos ver un lado nuevo de la vida, siempre podemos hacer nuevas interpretaciones de algunos comportamientos. Siempre podemos encontrar una forma y un lugar mejor para caminar en buena compañía en este tempestuoso, cambiante, e inestable mundo. Es ese lado nuevo/distinto, a veces oculto de la vida, el que nos hará ser diferentes. Sí, ya sé, eso es peligroso, es verdad, corres el riesgo de ser tratado de” raro”, pero es mejor ser “raro” y feliz, que ser “masa” y… seguir siendo “masa”.

Tú decides… incluso puedes seguir culpando de todos tus males a “otros”, incluidos los políticos.

Y con un respetuoso recuerdo a las víctimas del Covid-19, yo me voy a mi Azotea de la Libertad… que ya falta poco para el “desconfinamiento” (o no).