Tener una filosofía correcta de los problemas, ayuda a eliminarlos o a reducir su impacto negativo.

En primer lugar, no debemos temer a los problemas. Los problemas, son parte de la vida misma. Siempre tendremos problemas. Todos tenemos problemas, ya sé, muy diferentes, eso sí, pero problemas al fin y al cabo. Y esto no es una exageración, bueno, rectifico, en casi todas las ciudades suele existir un barrio más o menos grande, todo depende de los habitantes de la ciudad, donde residen un cierto número de personas que no tienen problemas, te lo imaginas ¿no? Efectivamente, es el cementerio. Allí no hay problemas. Y por esta sencilla razón, podemos deducir (aunque parezca una perogrullada) que, si sólo los que “no viven”, no tienen problemas, cuantos más problemas tienes, más vivo estás. (Tómese la reflexión como una metáfora)

Un estado de ansiedad casi siempre tiene el origen en algún problema, real o imaginario y el proceso suele ser más o menos el siguiente:

  1. Surge el problema (real o imaginario)
  2. Me preocupo (no me ocupo del problema)
  3. Ansiedad (ante la NO solución del problema)
  4. Conductas irracionales: fumar, beber, comer, irritación, etc.
  5. Círculo vicioso: la antesala de la enfermedad

Cómo resolver la situación

Aclaración pertinente: Hay problemas que tiene una difícil solución y que no dependen de nosotros, estoy pensando en un desahucio, una enfermedad grave, etc. Y que necesitarían otro enfoque. Los problemas a los que me refiero, son de índole “cotidiano”. Pero que no obstante, si no los tratamos adecuadamente, pueden pasarnos una importante factura física y psicológica.

  1. Comprueba que el problema es “real”. Si el problema solo es “probable”, no es necesario que te alteres. Y si el problema ya pasó ¡olvídate!
  2. Si el problema es “real”, pregúntate, ¿Tiene solución?:
    • No → ¡Olvídalo! Nuevos planes, nuevas ideas… (intenta subirte a la Azotea.
    • Sí → No te preocupes. ¡Ocúpate! ¡Trabaja! Haz un plan, pide ayuda, etc.

Pero sobre todo, no pierdas la Actitud Mental Positiva, es la medicina más eficaz para ayudarnos a superar y/o mitigar los problemas y las preocupaciones. ¡No lo olvides!

Tratar los problemas, es en primer lugar una cuestión de filosofía, que en lenguaje más llano, diríamos que es una cuestión de “coco”, de actitud.

Con las inmensas posibilidades que nos proporciona nuestro cerebro, debemos, desde nuestro estado Adulto, evaluar cada situación en su justa medida. Interesante buscar un momento y un lugar para analizar en cada caso el problema que se pueda presentar. También se puede recurrir a comentarlo con una amiga o amigo, familiar, etc.

Compartir un problema con alguien es también una buena opción, siempre que no caigamos en la propia espiral del problema y acabemos haciéndolo mayor, con el solo hecho de que nos escuchen, ya aligeramos el problema. Es como si nos repartiésemos el peso, las personas que nos quieren, seguro estarán dispuestas a ayudarnos. En otras ocasiones nos ayudaran, incluso, a encontrar la solución.

Si la preocupación se convierte en ansiedad o angustia y esta se torna crónica, será sin duda una buena fuente de enfermedades.

Éstos son tiempos donde las circunstancias se agolpan para proporcionarnos unas buenas dosis de problemas. Los antídotos propuestos, no los van a solucionar, pero si a mitigar, que no es poco…

Recuerda, el problema no es solo el miedo o la preocupación, sino “su duración en el tiempo”. ¡Córtala cuanto antes!

Tener una correcta filosofía de los problemas, ayuda a aligerar su carga negativa.